Desde muy chico mi hábitat natural fueron los galpones y talleres. En esos lugares que la mayoría de la gente veía como oscuros y sucios, siempre fueron para mí un lugar de oportunidades infinitas, el único limite era no saber cómo y aprender sin morir en el intento, casi como un juego forje algo que me acompaño hasta ahora y espero me acompañe siempre. La curiosidad por hacer, aprender cosas nuevas y construir cosas cada vez mejores.
A los 15 años me rodee de gente con las mismas inquietudes (o locura) y sumada a nuestra pasión común por el BMX construimos esa rampa de la foto, la persona más grande involucrada en ese proyecto tenía 17 años, costo un montón, pero me dio algunos de los mejores recuerdos y marco en mi vida un punto de no retorno, no sabía cómo ni qué, pero sabía que iba a construir cosas toda mi vida.